El punto más alto de la localidad es el conocido como Mirador del Castillo. Este lugar se convirtió en una garantía de seguridad, puesto que permitía anticiparse a la llegada de cualquier invasor, sobre todo cuando en los siglos XIV y XV se multiplicaron las incursiones piratas desde el norte de África.

Se divisa buena parte de toda la extensión del municipio de más de siete mil hectáreas y  los 17 kilómetros de costa, además del encanto de las casas blancas y pequeñas callejas de Mojácar Pueblo.

Un importante terremoto destruía en el año 1518 tanto el Castillo como la fortificación que en las primeras décadas de la reubicada Mojácar había servido de vigía.

Hoy día, el Mirador del Castillo permite adivinar que pocos fueron los saqueos de los corsarios, puesto que la altura y la prudente lejanía del núcleo urbano de la costa dejaban tiempo a la población para resguardarse. De aquella gran fortificación queda el aljibe (actualmente dependencias municipales) y la estructura de la planta militar.

Por aquella época paseaba por las calles de la localidad una persona que haría historia. Poco se sabe de sus orígenes y de su formación. No era de extrañar que en la época antigua muchos caminaran hasta 50 leguas para que los viera el médico, pero el Zirujano era Ginesa Marín, mujer, y eso la hacía única. Seguro que ella miraba desde el Mirador los 17 kilómetros de mar y nunca imaginó el futuro de la localidad.

Desde aquí se divisan las nuevas urbanizaciones de Mojácar playa, totalmente respetuosas en altura, formas y colores con la tradición impresa en las casas del pueblo. Se han mantenido unas estrictas normas urbanísticas, encaminadas al desarrollo de un destino turístico sostenible y respetuoso con su arquitectura popular. El blanco es el color predominante y sin duda contrasta con el azul que le rodea.

Uno de los principales atractivos de la localidad son sus playas, muchas de ellas galardonadas año tras año con sellos de calidad como la Bandera Azul, y que ofrecen al visitante tanto las comodidades e infraestructuras necesarias para el desarrollo de su ocio y deporte, como la posibilidad de perderse en calas muy poco frecuentadas y protegidas para la práctica del naturismo.

La costa ofrece casi 10.000  plazas hoteleras, campos de golf, pistas y campos deportivos, además de una creciente red de rutas para senderismo o cicloturismo.