Parada obligada de acceso al pueblo era la Puerta de la Ciudad de Mojácar. Hoy día se ha convertido en un lugar turístico, recuerdo del pasado histórico que amurallaba la ciudad, pero durante siglos sirvió como paso principal a la  localidad, a modo de frontera y lugar para el pago de impuestos y aranceles.

Punto de recomendada visita en Mojácar es la Puerta de la Ciudad. Fue reconstruida en el siglo XVI sobre la original puerta árabe, se abría en la Muralla de la ciudad y se levantó por los mojaqueros desde el paulatino traslado desde el siglo XI de la población del antiguo asentamiento en Mojácar la Vieja. Sirvió de vía de comunicación hacia la cuesta de La Fuente y la Plaza del Caño y era la obligada parada para los carros que llegaban para el comercio. Frente a ella la Casa del Torreón era el punto de pago de los aranceles y un punto de seguridad para evitar la entrada de saqueadores y maleantes.

Sobre su arco de medio punto se puede observar el Escudo de la ciudad, con el águila bicéfala de la casa de los Austria. En él se puede ver una Torre, una Llave y una Cimitarra. La leyenda muestra las palabras “A la muy noble y muy leal ciudad de Mojácar, llave y amparo del reino de Granada”, una puerta de entrada a una localidad de indudable influencia musulmana.

Mojácar, como zona fronteriza y debido al enclave estratégico que le permitía divisar la llegada de barcos desde el norte de África, vivió un siglo XV complejo y belicoso. Pero el gran esplendor de la localidad también vivió momentos difíciles, con la pérdida de buena parte de las murallas y el castillo fortaleza, posiblemente como consecuencia de un gran terremoto. Hoy, junto al pórtico, sólo el torreón y la planta empedrada del Mirador del Castillo quedan como recuerdos de aquella época. A la larga, ello permitiría la expansión y aumento de población de la localidad, sobre todo a partir del siglo XVIII, cuando el censo de la época registró 10.000 personas, más que en la actualidad.

Por ello, la puerta de la Ciudad está lejos de encontrarse a las afueras. Hoy es el final de la calle Puntica y la apertura de la Plaza de las Flores.

Sus alrededores eran el lugar donde antiguamente se realizaba el mercado. Punto central del entramado de callejuelas blancas, de airosa arquitectura, revestidas de geranios y buganvillas, que convierten el lugar en un bello y pintoresco rincón. Su última reforma fue del siglo XVIII.