Las señales de humo avisaban desde la torre de la Cumbre de la presencia de un barco desconocido cerca de la costa y, con ello, la población se ponía a salvo de los posibles peligros de encontrarse con los piratas berberiscos. Esta torre vigía, aunque ahora integrada en el casco urbano, antes dominaba todo el litoral y las salinas.

Esta torre, que también recibe los nombres de Torre Vieja del Puerto o de Santa Isabel, está declarada Bien de Interés Cultural y se localiza en un promontorio elevado que dominaba el Puerto, todo el litoral y las cercanas salinas. Las distintas ampliaciones del mismo han hecho que hoy día se encuentre dentro del ámbito poblacional del puerto de Mazarrón.

La actividad pesquera y agrícola y, por extensión, el asentamiento de Mazarrón hubieran sido impensables sin la existencia a partir del siglo XVI de una red de torres vigías contra las incursiones piratas berberiscas. La inseguridad de los asedios hizo necesario proteger el litoral con edificaciones para vigilancia y control como la Torre de la Cumbre.

Se construyó a instancias del mercader y empresario genovés Baltasar Rey, vinculado a la industria salinera.

Se trata de una edificación de grandes muros, circular y de dos plantas. Como era común en las torres de este tipo, la entrada se hacía por el piso superior, al que se accedía posiblemente a través de una escalera de cuerda. Tras una intervención realizada durante el siglo XVIII se habilitó un acceso por la planta inferior. Cuenta con una terraza en lo más alto y un aljibe ubicado en la planta inferior. Durante los siglos de asedios, una guarnición militar era la encargada de la labor vigía, para ello contaba con una pieza de artillería por si se producía un ataque enemigo. Pero principalmente la población era advertida mediante señales de humo de día, o una hoguera al llegar la noche.