En 1940, en plena postguerra civil española, varios hombres trajeados, dicen que extranjeros, visitan Mojácar con la intención de obtener información sobre una madre y su hijo que abandonaron el pueblo 40 años atrás. Buscaban la partida de nacimiento de ese niño.
Meses más tarde, periodistas de la revista “Primer Plano” acuden a este pequeño pueblo para contrastar esa información, la cual es rápidamente difundida a través de varias portadas de revistas nacionales.
Los hechos indiscutibles son que en 1900 una joven y humilde lavandera de Mojácar, llamada Isabel Zamora, queda embarazada estando soltera. Para disfrazar lo que en aquella época era una gran vergüenza, un amigo minero, paisano de la misma zona, le dio su apellido al bebé José Guirao Zamora.
La madre soltera abandonó Mojácar, huyendo de la pobreza y el escándalo, en búsqueda de un futuro mejor.
Según la leyenda, Isabel viajó para reunirse con su hermano que trabajaba en Chicago, pero allí no encontró mejor destino y la pobreza y la desesperación la obligaron a entregar su hijo a un matrimonio conocido, Flora y Elías Disney.
Quedando el bebé en Chicago, su madre, Isabel regresa a España. A José lo rebautizaron en América con el nombre que ahora todos conocemos, Walt Disney.
Es un hecho comprobado que no existe documento alguno de registro del nacimiento de Walt en Chicago, ni de José en España, sin embargo, si lo hay de sus hermanos.
También es cierto, que Walt Disney ocultaba un oscuro secreto sobre su identidad, hecho por el cual la CIA lo presionó durante décadas para que fuese su informante.
La mayoría de las películas que realizó el genio, trataban de madres que abandonan a sus hijos o de niños huérfanos.
La hija del propio Walt, Diana, intentó desmontar esta teoría contratando al mejor equipo de expertos, pero no pudo probar que su padre fuese americano, ni que no fuese de origen español.
Una vez preguntaron públicamente a Disney sobre sus orígenes españoles en una visita que realizó a su amigo Salvador Dalí. Respondió que era una confusión, ya que en su estudio trabajaba un español, de apellido Zamora. Curioso, ¿verdad?