Una localidad se mide por el número de sus templos. Si hacemos caso a esta enseñanza de antaño, podemos ver la grandeza de la localidad de Vera. A la iglesia Parroquial de la Encarnación en plena Plaza Mayor se suman otros muchos templos que han servido para el culto de los feligreses de la ciudad desde que abriera sus puertas como refugio para los primeros cristianos de la comarca.
Muestra de ello es la Ermita de San Agustín en donde nos encontramos. Era la antigua capilla del Real Hospital de San Agustín, que fue mandado construir por el Emperador Carlos V a principios del siglo XVI. Se trata de un sobrio edificio tardobarroco, de una sola nave, con capilla hornacinas entre los contrafuertes interiores y que está dedicado a la Virgen de la Milagrosa.
Coetánea a esta edificación se encuentra la Ermita de la Virgen de las Huertas en las afueras de la población. Una edificación sencilla y que fue muestra de la tradición arquitectónica local, antes de su rehabilitación actual.
Con orgullo también muestran los veratenses las ermitas de San Ramón, en la Glorieta de Vera, y el templo dedicado a la Virgen de las Angustias. El edificio que da cobijo a la patrona de la ciudad es un pequeño templo de estilo neogótico que data de 1898.
