Nos encontramos en la Iglesia de la Encarnación, la iglesia parroquial de Vera.
El templo no sólo es muestra de religiosidad sino también de la historia que ha marcado la localidad a lo largo de los últimos siglos. Fue construida en la primera mitad del siglo XVI y es una de las principales muestras de las iglesias-fortaleza propias de la etapa mudéjar-andalusí.
Su misión era el culto, pero también la defensa de un enclave cristiano, el de Vera, rodeada de población morisca y en continuo acecho de los peligros berberiscos que podían llegar por el mar.
Desde su exterior se puede valorar el estilo mudejar, pero será un paseo en su interior cuando se descubra una de las principales muestras de la arquitectura gótica tardía de toda la provincia. Al frente destaca el Retablo Mayor, de pino de Canadá, propio de la decoración barroca, de madera sin policromar. Además podemos observar una de las joyas más valiosas para los veratenses, la imagen de San Cleofás, el patrón de la localidad.
La decoración del interior también hace un guiño a la historia. Nos desplazamos ahora hasta el retablo de la Virgen de la Victoria, situado en la Capilla Mayor, con alusiones a la preocupación por el peligro de los ataques moriscos de los siglos XVI y XVII, con imagen de un bajel berberisco ante una torre y una cabeza encadenada.
