La iglesia de la Purísima está íntimamente vinculada a la historia de la salvación. La tradición habla de milagro por la aparición de la Virgen ante una incursión berberisca  en una época en la que los asedios eran constantes, en pleno siglo XVI.

También conocida como “Iglesia del Convento de la Purísima” hace referencia al Milagro de Mazarrón. Fue el 17 de noviembre de 1585 cuando se produjo este hecho insólito justo después del desembarco de naves provenientes del norte de África. Según cuenta la leyenda que se narra en el interior del templo, fue la intervención de Nuestra Señora de la Concepción quien malogró las intenciones de los piratas y, por tanto, salvó a la población.

Dentro del templo se guarda la denominada “bandera del milagro” o “bandera de los Moros”, que fue abandonada en la huida. Cuenta con inscripciones del Corán y tres líneas de la que se desconoce su origen. Puede corresponder a una divisa anterior al siglo XVI empleada por los berberiscos como bandera, o puede ser simplemente una bandera nazarí anterior a los legendarios hechos.

Su origen como ermita puede datar del ese mismo siglo, aunque los primeros datos históricos fehacientes llegan del siglo XVII cuando los franciscanos fundaron un hospital y posteriormente un convento; precisamente en la iglesia actual destaca la capilla lateral que se considera la antigua ermita. Cuenta además con otras cinco capillas.

Resulta singular también la decoración del denominado Camarín de la Virgen, patrona de Mazarrón, con elegantes motivos en color azul oscuro, asociado a la Inmaculada. En el prebisterio se conservan restos del retablo barroco.

La Iglesia cuenta con una nave única con alto coro a los pies y cubierta en bóveda de cañón con lunetos o medias lunas incrustadas. La fachada de la iglesia es igual a la de las ermitas rurales con puerta de entrada en arco rebajado, a diferencia de la gran ventana que se debe al alto coro, y una espadaña a los pies de la iglesia para albergar la campana.

Junto al convento de la Purísima se encontró en los años 70 del siglo XX un miliario, que marcaba las distancias con la Vía Augusta, una de las principales vías de comunicación y comercio de los romanos.